El fin de una intensa temporada (2007) en Park City, (Utah, EE.UU.) laburando, esquiando, y llena de miles de recuerdos y anécdotas, marcó el comienzo de lo que sería un viaje increible por California y Nueva York junto con tres amigos antes de volver a Argentina.
Dejamos atrás la casa que nos alojó por cuatro meses, célebremente conocida como "el kinder" (por haber sido un jardin de infantes hace tiempo), en donde se armaron sin duda las mejores fiestas de Park City, y a muchos amigos con los cuales convivimos y compartimos tantos buenos momentos y que serían imposible olvidar (éramos base 18 en la casa aunque con las visitas de hermanos y amigos que se quedaban unos días ese numero parecía un chiste).
Creo que no hay mejor manera de empezar este blog que haciendo referencia a ellos y a esa casa que gracias a su gente fue tan especial, con esta foto en la que creo que estamos casi todos.
Vista desde el avión, llegando a Oakland, ciudad a la que fuimos no porque fuera muy linda sino porque queda apenas cruzando un puente de San Francisco y aterrizando ahi el pasaje desde Utah nos salía la mitad.
Los pibes disfrutando las giladas tecnológicas que se compraron.
El Alfre (mejor conocido como el Negro) roncándome al lado.
En la manga (bastante trucha) del aeropuerto de Salt Lake City (capital de Utah, queda a media hora de viaje desde Park City), rumbo a la avioneta que nos llevaría a California. Aparecen el Edu, Santi y el Negro.
Los bolsos que fueron una tortura durante todo el viaje. De tanto comprar boludeces en Park City terminé llevando encima conmigo en el avión la mochila, el bolso de mano, dos camperas en la mano y una puesta, y en lugar de zapatillas, las botas de esquí que gracias a sus 7,5 kg. entre ambas hacían que los bolsos grandes se excedieran del peso permitido y que por no tener nada de ganas de pagar 30 dols. por el sobrepeso las llevé puestas en el avión.
